El peruano David Fischman, experto en liderazgo, recursos humanos y cultura empresarial, sostiene que el manejo de la inteligencia emocional y el desarrollo de habilidades blandas son fundamentales para nuestras interacciones profesionales y en la vida personal.
La inteligencia, siempre emocional.
A estas alturas, la oferta de libros, artículos y demás que abordan el tema de cómo líderes y el personal deben desempeñarse e interactuar en el lugar de trabajo es abundante. Pero de pronto aparecen aquellos que abordan el tema desde el plano del yo, del individuo, y luego otros que realmente proponen un cómo para acompañar y sustentar los conceptos en su aplicación práctica. Y luego otros más, como Habilidades blandas a la vena, que reúnen ambas características.
Con base en una extensa bibliografía científica y más de 30 años de estudiar, publicar e impartir cursos y conferencias sobre el tema, David Fischman presenta en su libro, más que una guía, un curso y a la vez un viaje de descubrimiento. Con historias, casos, anécdotas personales y muchos ejercicios prácticos, acompaña cada apartado para adentrar al lector en el desarrollo de habilidades blandas y el reconocimiento de la inteligencia emocional para ser un mejor compañero de trabajo, pero también una mejor persona consigo mismo, y mejorar sus relaciones interpersonales, con énfasis en la vida familiar.
Desarrollar habilidades blandas
Hasta ahora, en términos generales, cuando uno es contratado para un puesto, la decisión mayormente recae en las habilidades duras que poseemos, el equivalente al coeficiente intelectual, aquellas adquiridas a través de la educación y la experiencia; sin embargo, como expone Fischman, las que hacen que permanezcamos en el puesto y avanzar son las habilidades blandas, aquellas que entretejen los sentidos de individuo, de equipo, de seguridad, de apertura y de colaboración, pero sobre todo, de empatía (el coeficiente emocional), que son fundamentales para las relaciones en el lugar de trabajo (y personales), y estas, al igual que las duras, se aprenden, desarrollan y perfeccionan, pero no las enseñan en la escuela.
Nuestro ego nos domina y debemos soltarlo para hacer de nuestra vida, en todos los sentidos, más fácil. Algo que no es sencillo, porque no nos damos cuenta de su dominio y menos cómo soltarnos: estamos en zona segura. Nos atrapa y de ahí nos asimos. Sin embargo, como plantea el autor, existe otra persona dentro de nosotros que no nos hemos dado la oportunidad de conocer: uno mismo. Es a través de la autoconsciencia, un ejercicio profundo, cuando podemos enfrentarnos a los origines de nuestras emociones y a partir de ahí, reconocer esas emociones y luego dominarlas.
Se llama “autorregulación”. Debemos frenarnos ante cualquier reacción para poder entender su origen, dominarla y, después, manejarla.
Entender nuestro temperamento (…) nos permite conocer nuestras fortalezas y debilidades.David Fischman
¿Y estoy solo?
De ninguna manera está uno solo. En este ejercicio, se trata de, ahora, identificar a los demás, iniciando por uno mismo. Es un ejercicio para cobrar consciencia de nuestro presente, pero en nuestra interacción con los otros, a partir del autoconocimiento. Cuando vaya a confrontar empleados por alguna situación, piense: ¿los comprende? ¿Entiende verdaderamente por lo que están pasando? ¿Entiende cabalmente la situación antes de reaccionar? Piense en cuánto se identifica con ellos y su situación. Es decir: ¿es empático?
La autoconsciencia nos permite vernos en el espejo y entender quiénes somos realmente.David Fischman
La empatía, cuenta Fischman, es tanto emocional como racional. La segunda es la que aparece en primer plano: la lectura de las emociones a partir de la comunicación no verbal del interlocutor, y por tanto no abundaremos. Pero la primera, la emocional, es la empatía que se debe intuir: las emociones, tal cual. Y un ejercicio que ayuda a establecerse ante una situación es comparar la visión del “aquí presente” ante “el distanciamiento”. Es decir, si su perspectiva es desde dentro o desde fuera. Siempre la segunda será la que le dará la mejor perspectiva para tomar decisiones.
¿Qué hacer con todo?
A partir de lo ya conocido, dice Fischman, contamos con el bagaje para, de manera consciente, manejar nuestras emociones. Sin explotar, sin regañar, sin señalar de manera negativa. Podemos manejar nuestras emociones, pero hay que seguir un pequeño camino: primero, poner en práctica la escucha activa. Cien por ciento activa, con intención, con atención, empática, para poder después manejar cualquier conflicto de manera más objetiva, lo que en un inicio, sin estos pasos, sería difícil.
La mejor forma de procesar nuestras emociones es primero aceptándolas.David Fischman
Algo fundamental en este proceso es el respeto: simplemente escuchar y estar presente, ser servicial (un factor que brinda mucha satisfacción y recompensas) y mostrarse agradecido por la oportunidad de acompañar y participar.
¿Qué es lo básico?
La base de toda interacción de trabajo, como también lo es en una relación personal, dice Fischman, es la seguridad psicológica. Sin ella, prácticamente nadie puede estar ni avanzar. Si uno no puede expresar sus opiniones en el lugar de trabajo sin temor a represalias, ya sea que vayan en el sentido opuesto al de la dirección, nunca el equipo podrá estar cohesionado y, por lo tanto, no forma un equipo.
Así, queda claro en el libro que la inteligencia emocional es fundamental. La habilidad blanda principal.
Los ejercicios propuestos por el autor a lo largo del libro son su eje principal y se recomienda seguirlos. Si uno lo lee solamente, se llevará algo positivo. En cambio, si se realizan los ejercicios, personales o para equipos, el lector conocerá de sí mismo y de manera práctica a una nueva persona.
Otras obras por el mismo autor incluyen El camino del líder, El espejo del líder, El secreto de las siete semillas, entre muchas otras.