Kelly McGonigal pone la neurociencia al servicio de la humanidad y explica las conexiones y secretos más indispensables para ejercer el autocontrol.
La ciencia de la fuerza de voluntad a su alcance.
¿Por qué es tan fácil sucumbir?
Comerse una dona de chocolate, fumarse un cigarro, navegar horas en las redes, conseguir un mejor empleo, o seducir a alguien casado. ¿Acaso son estos algunos de los dilemas más complejos que ha enfrentado en su vida? Frente a estas disyuntivas, quizá ha concluido una y otra vez que no tiene fuerza de voluntad, pero ¿se ha preguntado seriamente qué implica tenerla?
El autocontrol puede estudiarse como una ciencia compleja desde distintas disciplinas como la neurología, la biología, la historia, la antropología, o la psicología. Durante años, la investigadora de la Universidad de Stanford Kelly McGonigal, se dio a la tarea de estudiar a profundidad qué es la fuerza de voluntad y cómo ha evolucionado a través del cerebro y de las civilizaciones. En “Autocontrol” (2012), McGonigal presenta los resultados de estas investigaciones, así como los hallazgos de sus múltiples talleres y trabajos con grupos de personas que han recuperado su autocontrol.
Sin duda alguna, la galardonada escritora Kelly McGonigal podría considerarse una experta capaz de revelar los secretos más insospechados que explican por qué es tan fácil sucumbir a las tentaciones y tan complejo ejercer la fuerza de voluntad.
Cualquier cosa que supere o esté muy por encima del típico estilo de vida sedentario, aumentará tu reserva de fuerza de voluntad.
“Lo haré o no lo haré”, esa es la cuestión
Los estudios de McGonigal revelan que existen tres aspectos básicos que, sumados a la fisiología y las conexiones del cerebro, pueden definir cómo funciona la fuerza de voluntad. El primero es el poder del “no lo haré”, aquel en el que se siente imposible decir que no mientras el estómago, corazón, pensamiento (o cualquier parte del cuerpo) gritan que sí. El segundo, el poder “lo haré”, entra en juego con todas aquellas interminables listas escritas en pegatinas por todo el escritorio, con todas esas tareas y labores que se dejan para la última hora. Por último, el poder del “quiero” (que es la base de la fuerza de voluntad), se define como ese motivo que verdaderamente subyace y se fortalece pese a todos los obstáculos y tentaciones.
Estos tres poderes básicos aparecen en escena cuando hay que tomar decisiones, o sucumbir irremediablemente. Entender estas configuraciones cerebrales es una de las cosas más relevantes para recuperar y ejercitar la fuerza de voluntad. Es por ello que McGonigal explica clara y amenamente –echando mano de diagramas e ilustraciones– cómo, cuándo, dónde y por qué nace el autocontrol en los humanos.
La evolución ha conservado todos los instintos que nos servían en el pasado, aunque ahora nos causen problemas.
Entre el impulso y el autocontrol: el eterno dilema de la humanidad
Gracias a la evolución, la vida humana se ha preservado. Sin embargo, McGonigal explica que evolucionar también ha causado algunos conflictos. Dado que la evolución nunca empieza de cero, pues prefiere añadir en vez de quitar, se han conservado algunas de las funciones más primitivas del cerebro humano. Si bien los humanos ya no tienen que sobrevivir el ataque de un tigre dientes de sable, la esencia primordial del cerebro y sus funciones sigue siendo la sobrevivencia.
Por muy irónico que parezca, desde las épocas más primitivas hasta esta era tecnológica, la evolución cerebral ha elegido preservar su capacidad de lucha o huida. Sí, tal como ocurría en la era de las cavernas. Pero, ¿qué amenaza al hombre ahora? Antes era indispensable la glotonería para generar reservas calóricas en el cuerpo frente a la escasez de alimentos. Hoy existe tal oferta de comida rápida, chatarra y procesada, y más bien se ha convertido en una amenaza la incapacidad de no saber decir no a cientos de antojos. Sin embargo, tal parece que si algo en el pasado ayudó a preservar la especie, el cerebro prefiere conservarlo. Este registro cerebral de lo más primitivo está en constante pugna con el lado más evolucionado del cerebro. Es decir, los humanos de hoy viven en una constante (y desgastante) lucha entre el impulso y el autocontrol.
En el mundo actual, el tigre no es la amenaza. Ahora lo es aquel delicioso y suculento pastel en el aparador. Cuando el cuerpo entra en pugna porque la mente dice “estoy a dieta” pero el antojo dice “lo quiero ya, ahora mismo”, el sistema de alarma se activa, hay estrés y hay que sobrevivir a una fuerte disyuntiva. La glucosa baja, el cuerpo entra en debilidad y todo hace suponer que ese delicioso pastel será la solución a todos los problemas. La capacidad de decisión se nubla y pareciera que no hay nada mejor para salvar la vida que comerse esa rebanada. Aquí es donde usted respira y llama a su mente sabia. ¿Me amenaza este pastel como un tigre? Y entonces puede entrar ahí la corteza prefrontal para el autocontrol: lo que realmente quiere recordar es que esta dieta le ayudará a tener una mejor condición para jugar con sus hijos.
El poder que tenemos hoy día de autocontrol es fruto de la presión a la que nos sometieron hace mucho tiempo para ser mejores vecinos, progenitores, parejas.
Salvar su fuerza de voluntad
¿Ahora entiende un poco mejor de dónde vienen algunos de sus conflictos internos? McGonigal ofrece maravillosas y prácticas alternativas para tomar conciencia de estas dos naturalezas cerebrales en pugna, así como para fortalecer la capacidad de ejercer autocontrol.
Si existe un secreto para tener un mayor autocontrol, es el que la ciencia señala: el poder de prestar atención.
Para la experta que cree que la ciencia y las historias son dos de las mejores cosas para inspirar a los humanos, resulta fundamental el hecho de tomar conciencia plena frente a las grandes tentaciones o a la desidia más feroz. Hacer un ejercicio de autoevaluación constante es una de las mejores herramientas. Así que pregúntese con calma: ¿Qué es eso que pone a luchar su parte impulsiva (que requiere una recompensa inmediata) y cuál es su capacidad de autocontrol?
Tomar conciencia de las decisiones del día a día es la mejor forma de ejercitar la fuerza de voluntad. En vez de reaccionar mecánica o automáticamente a los impulsos primitivos, es necesario hacerse preguntas, detenerse, reflexionar y entender el fondo de lo que se presenta. ¿Por qué dejar esto para mañana? ¿Por qué justificar una conducta tóxica? Gracias a este libro usted tendrá la ciencia de la fuerza de voluntad a su alcance. Si necesita tomar decisiones importantes a favor de su autocontrol: ¡no deje este libro para después!