Un ex secretario del Tesoro ofrece detalles únicos acerca de cada decisión tomada durante y después de la crisis financiera de 2008.
No hay camino seguro
En este best seller de las listas de los diarios The New York Times, Los Angeles Times y The Washington Post, Timothy F. Geithner, ex presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York y ex secretario del Tesoro bajo el presidente Barack Obama, detalla el categórico papel que desempeñó durante la crisis financiera de 2008 y sus consecuencias. Geithner revela las brutales decisiones y los impopulares compromisos que la crisis exigió con una franqueza inusual para alguien que pertenece al servicio público estadounidense, pero por lo menos con un mínimo, aunque no una ausencia absoluta, de autojustificación.
The Economist lo llamó “un manual para cualquiera que se enfrente a una crisis financiera (…) El Sr. Geithner era conocido por su franqueza brutal, y como autor, no decepciona”. A la revista Time le pareció “un recuento de información privilegiada sobre la crisis financiera (…) que pone al descubierto las difíciles decisiones y las terribles compensaciones que devastaron la economía, pero evitaron una depresión profunda y duradera”.
Una carrera centrista
Geithner cuenta de su paso por el Dartmouth College y la Universidad Johns Hopkins, así como de sus estudios en China. Fungió como subsecretario de los secretarios del Tesoro del presidente Bill Clinton, Robert Rubin y Lawrence Summers, y luego se unió al FMI. Cuando la economía mundial se desplomó en 2008, Geithner dirigía el Banco Federal de Nueva York, lo que plantea la pregunta: ¿por qué no vio venir la crisis?
Toda crisis financiera es una crisis de confianza … La confianza es una cuestión frágil. Cuando se evapora, por lo general lo hace rápidamente, y es difícil recuperarla una vez que se pierde.
Timothy Geithner
Geithner luego se convirtió en secretario del Tesoro bajo Obama, desde donde enfrentó la ingrata tarea de rescatar a Wall Street en 2009. Los banqueros y los republicanos criticaron el rescate que Geithner orquestó de ser punitivo e intrusivo, mientras que los progresistas, señala el autor, lo criticaron de no ser lo suficientemente punitivo e intrusivo.
Los bonos AIG
En un detalle revelador de lo que ocurre tras bambalinas, Geithner relata su reacción furibunda ante las noticias que informaban que la gigantesca aseguradora AIG, que había sido rescatada, había otorgado bonos lucrativos a sus ejecutivos. A pesar de ese breve momento de pasión, está claro que las emociones no son el hábitat de Geithner, quien cuenta haber tomado decisiones de acuerdo con la lógica o basado en cálculos sobre cómo los votantes, los inversores y el Congreso podrían reaccionar a cada una de sus declaraciones.
La prueba de estrés
Geithner menciona la prueba del estrés que lleva el título del libro como su innovación distintiva en el Tesoro. Los progresistas querían nacionalizar la banca y los conservadores pensaban que algunos bancos deberían quebrar. Geithner optó por ofrecer una solución a medio camino: los examinadores federales se sumergirían en los libros de los bancos para descubrir si podrían sobrevivir a una calamidad financiera mayor. Si los reguladores descubrían que las cosas eran nefastas, el gobierno reuniría la falta de efectivo.
Errores
Geithner insiste a lo largo de este extenso libro que él y Obama eligieron el camino correcto. Pero no teme admitir sus errores. Por ejemplo, reconoce que arruinó su primer discurso como secretario del Tesoro con su torpe presentación, que un economista de Wall Street describió como alarmante y deplorable.
Vivimos meses de terror. Soportamos periodos aparentemente interminables cuando las finanzas del mundo estaban al borde del colapso, cuando tuvimos que tomar decisiones monumentales en una niebla de incertidumbre, cuando todas nuestras opciones parecían sombrías pero aún así teníamos que elegir.Timothy Geithner
Geithner reconoce que, cuando era banquero central, había una laxa regulación de los megabancos, como Citi. Asimismo, reconoce que la presencia del ex secretario del Tesoro Robert Rubin en Citi hizo que Geithner fuera menos escéptico de lo que debió haber sido. En el ámbito de las memorias políticas, tal mea culpa resulta de una candidez impactante.
El forastero
A pesar de su pedigrí de la Ivy League, Geithner se ubica a sí mismo como forastero en los pasillos del poder de Nueva York y Washington. A medida que aprendía los tejes y manejes, relata Geithner, siguió siendo un tecnócrata y un centrista práctico. Geithner explica que creía en el modelo keynesiano de los estímulos fiscales durante una recesión. Los conservadores se escaldaron ante el arrojo de miles de millones de dólares para la recuperación, pero Geithner escribe que el gran error habría sido un gasto en estímulos demasiado bajo.
El malentendido
Geithner describe la crisis como una cuerda floja perpetua con momentos de amarga ligereza. Presenta a un Jamie Dimon, de JPMorgan Chase, sinceramente perplejo de que ni Geithner ni Obama aceptaran que ayudara a crear nuevas regulaciones. Dimon, escribe Geithner, parecía ciego a la visión de aquellos que causaron la crisis para querer escribir nuevas reglas después de la misma.
Geithner sostiene que Obama no quería ser populista. Durante la crisis, tratando de apaciguar a un público que clamaba por sangre de Wall Street, Geithner describe cómo le pidió consejos al expresidente Clinton, quien mostrando su realpolitik de mentalidad firme, le dijo que presionara para implementar tasas impositivas más altas para los ricos, pero no parecía conforme con ello.
Geithner argumenta, poco convincente, que identificar y castigar a villanos individuales solo habría empeorado la situación financiera de Estados Unidos. No quería ver colapsar a los grandes empleadores ni dejar que el gobierno eligiera qué acreedores deberían recibir menos de lo que se les debía. Por lo tanto, afirma Geithner, eligió la desagradable tarea de apuntalar las instituciones financieras imprudentes con el dinero de los contribuyentes.
Opciones a sangre fría
Geithner narra que no tuvo más remedio que seguir los caminos que él mismo forjó. Quizás con precisión, se describe a sí mismo como el hombre más brutalmente cuestionado de Estados Unidos. Geithner lleva a los lectores al arcano mundo de las finanzas en casi demasiado detalle, pero su determinación de explicar cada paso de cada decisión es admirable, aunque es posible que el lector tenga un apetito menor de saber tanto sobre cada discusión que se tomó en la Oficina Oval o su lucha contra los titanes de Wall Street. Sin embargo, independientemente de dónde se encuentre usted en el continuo político o financiero, no encontrará una narración más reveladora del inicio, el desarrollo y las secuelas de la crisis financiera. Geithner entrega una historia valiente e invaluable para aquellos demasiado jóvenes para haberla vivido y para aquellos que nunca quieren volver a vivirla.
Geithner ha coescrito otros libros sobre cómo se enfrentó la crisis financiera de 2008, incluidos Firefighting y First Responders. Otras dignas explicaciones de la crisis incluyen La gran apuesta de Michael Lewis, Too Big To Fail de Andrew Ross Sorkin y After The Music Stopped de Alan S. Blinder.