El placer del tiempo que llevan las cosas
Cuatro mil semanas

El placer del tiempo que llevan las cosas

El autor y periodista británico Oliver Burkeman ofrece una mirada única de la vida en relación al tiempo, donde confronta con el frenetismo de la modernidad y propone entregarse por completo a aquello que se elija para disfrutarlo plenamente, sin importar lo que venga luego.

Pueden encontrarse hoy infinitos consejos para mejorar la productividad, pero hay una realidad que muchos prefieren ignorar: los límites de la existencia. Querer hacerlo todo, tarde o temprano, deviene en la frustración que genera darse cuenta de que ello es imposible. Oliver Burkeman se atreve a elaborar un análisis profundo y honesto sobre el tiempo, y ofrece una perspectiva única que se opone a las claras tendencias que inducen a controlarlo cada vez más pero que solo llevan a una sensación de agobio e insatisfacción.

El problema de intentar controlar tu tiempo es que, al final, el tiempo acaba controlándote a ti. Oliver Burkeman

Hacer más no es mejor porque no solo conduce a nuevas tareas y necesidades, sino también a vivir pensando en un futuro que nunca llega y que impide a su vez disfrutar el presente.

Conocer los límites

La concepción del tiempo como algo separado de la vida es un problema que surge en la modernidad, donde la coordinación de actividades requiere de la medición. Además, en un contexto capitalista, existe cierta presión social por querer utilizarlo cada vez mejor. Burkeman alerta sobre la ansiedad que genera darse cuenta que las tareas nunca se acaban.

La dificultad de las personas por reconocer los límites de la realidad las lleva a asumir nuevos compromisos, no solo a nivel laboral sino en cualquier otro ámbito. Para evitarlo, hay que entender que habrá cosas que dejar de lado cuando llegue el momento de decidir hacer algo. Cuanto más firmemente se tome una decisión, más felicidad suele experimentarse, ya que con ese compromiso desaparecen las infinitas posibilidades que existían en la mente.

La doble cara de la tecnología

La era digital pretende simplificar la vida y economizar el tiempo, pero a su vez, establece nuevos estándares para hacer las cosas y elimina sutiles actos que le daban sentido y satisfacción a las personas. Un ejemplo puede ser el uso de internet que sustituyó muchas interacciones que antes se hacían cara a cara.

La comodidad hace las cosas más fáciles, pero no tiene en cuenta que no siempre lo que más se valora de una situación es que sea fácil. Oliver Burkeman

La tecnología muchas veces desvaloriza el significado de una actividad, y si bien siempre es tentador elegir algo más cómodo, es importante entender que esa no es la verdadera solución para tener más tiempo. Además, cuando las cosas se hacen muy rápido, como por ejemplo hoy sucede con las comunicaciones, se genera ansiedad por cumplir con ese ritmo y que los demás también lo hagan. Esta afección solo puede contrarrestarse entendiendo que cada actividad lleva su tiempo y disfrutando, a través de la paciencia, la vida tal como es.

Abrazar la incertidumbre

Las mejores cosas que suceden en la vida son aquellas no planificadas. Liberarse de la necesidad de conocer el futuro no solo reducirá la ansiedad, sino que ayudará a disfrutar el presente, entendiendo que es imposible tener la certeza de que algo pueda repetirse. Esto no significa para el autor estar en contra de hacer planes, sino de entenderlos solo como una intención que no asegura ningún resultado.

Mantener el foco

La vida se compone de cada uno de los momentos en que se decide prestar atención a algo. Ante el gran número de distracciones que hoy existen, es muy importante tener plena consciencia de cada una de las elecciones que se hagan. La capacidad de elección es muy valiosa, aunque difícil, cuando todo parece importante.

Burkeman aconseja empezar el día dedicando tiempo para uno mismo y estableciendo un máximo de dos o tres proyectos para poder concentrarse verdaderamente en ellos. Asumir el compromiso de una actividad importante y exigente, es salir poco a poco de la incomodidad que genera no poder hacerlo todo, y por la cual se utiliza la distracción como vía de escape. Es también dejar de ver una actividad importante como algo restrictivo, para empezar a verla como algo natural y propio de la vida.

Cultivar la afición

La Revolución Industrial trajo consigo una valorización del trabajo por lo que produce a futuro, como puede ser un sueldo o la rentabilidad. Es así también como el tiempo de descanso es visto como un costo por no haber aprovechado la oportunidad para generar algo. Pero Burkeman explica que la verdadera pérdida es no poder concentrarse en disfrutar del ocio, sin importar lo que pueda dar a futuro.

En la era de la instrumentalización, el que tiene una afición es un rebelde, porque es alguien que insiste en que hay cosas que vale la pena hacer por sí mismas, aunque no proporcionen ninguna recompensa en términos de productividad o beneficios. Oliver Burkeman

 

Bajo estándares sociales de productividad cada vez más elevados, es importante que cada uno pueda entender la importancia de parar de trabajar cuando sea necesario, sin considerar al ocio como pérdida de tiempo. Pero más allá de la voluntad individual, es fundamental valorar como sociedad la idea de que existan horarios comunes tanto de trabajo como de descanso, porque solo a través de la sintonía con otras personas es cuando esos momentos cobran un mayor significado.

Al final nada es tan importante

Desde una visión macrocósmica, la vida de las personas es insignificante. Sin embargo, pareciera que el buen uso del tiempo implicara obtener grandes logros. Es importante saber alejarse de esa presión, muchas veces autoimpuesta, por querer dejar una huella en el mundo, para poder disfrutar de actividades simples y ordinarias, como cocinar o mirar el cielo.

Los resultados no lo son todo. De hecho, es mejor que no lo sean, porque los resultados siempre llegan más tarde, y más tarde siempre es demasiado tarde. Oliver Burkeman

 

Solo uno puede entregarse al tiempo. Esa es la única manera de vivirlo plenamente. El verdadero valor de las cosas está en hacerlas, entendiendo que no hay actividad más importante que la que uno considere, sea cual fuera. Suele decirse que la vida es corta, pero pareciera una frase que no llega a hacer eco en lo más profundo de cada persona, allí donde se toma consciencia de la imposibilidad de hacerlo todo, por más voluntad que haya, y de la importancia de saber elegir para también sacrificar. Ese será el camino a la plenitud.

Oliver Burkeman escribe un libro tan importante como disruptivo que resulta un verdadero hallazgo. Sus valiosas referencias complementan una lectura que transforma la frustración de la vida moderna en una paz mental que siempre existió, pero que de alguna manera se ha perdido y es indispensable recuperar.

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